La colección de Amalia Vergara PERDIÉNDOME EN EL TIEMPO está inspirada en el cambio que ha sufrido el Monasterio de la Cartuja de Sevilla, sede hoy del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, desde su construcción.
El Monasterio de la Cartuja, en sus inicios, fue llamado Cartuja de Santa María de las Cuevas por los almohades. Fueron ellos quienes ubicaron hornos alfareros de cocción y extraían arcilla labrando las cuevas con las que luego elaboraban sus creaciones. En uno de estos hornos se halló, en 1248, la virgen que fue llamada Santa María de las Cuevas, dando con ello origen al nombre del posterior monasterio.
La Cartuja tenía dos hospederías, una donde se acogía a los familiares de los frailes y a peregrinos, y otra con hermosos salones donde se alojaban a hombres de estudio y artistas. Allí fue donde Felipe II residió en sus visitas a la capital hispalense y pintaban cuadros Zurbarán y Pacheco, o donde el entallador Duque Cornejo realizó algunas de sus obras. También Cristóbal Colon residió allí cuando pasaba por Sevilla. En definitiva, sirvió para hospedar a reyes y personas de renombre cuando pasaban por la ciudad.
Pero todo cambió cuando en 1810, con la invasión francesa, el lugar fue saqueado, desapareciendo todo rastro de elementos decorativos. Entonces fue utilizada por el ejercito como cuartel general y los cartujanos fueron expulsados. Como ya he mencionado, de entre sus visitantes destaca Cristóbal Colón, hecho decisivo para elegir este lugar como sede de la Exposición Universal de 1992. Al fallecer este, su hijo hace traer sus restos para enterrarlos en Sevilla, plantando un Ombú, un árbol que aún puede ser visto.
En 1836, Carlos Pickman solicitó el monasterio cartujano, por su tradición alfarera, construir una fábrica de loza. En 1841 se puso en marcha el primer horno lo que hizo que hubiese una gran afluencia de ingleses en la ciudad para formar a artesanos sevillanos. Esta empresa crece tanto, que pasa a formar parte de la Casa Real, siendo el estilo inglés el más utilizado aunque con decoración tradicional sevillana.
Aparecieron entonces nuevas técnicas como la loza estampada, la loza sobre barniz de calcio o la loza china opaca. Actualmente se siguen fabricando productos en sus instalaciones de Salteras. A partir de 1986, el gobierno tiene en mente renovar las instalaciones del monasterio de la Cartuja de Sevilla para el disfrute de los ciudadanos. Pero no fue hasta 1989 cuando se constituyó el conjunto monumental de La Cartuja de Sevilla, convirtiéndolo en centro de investigación y difusión cultural al tiempo, y acondicionándose para la Exposición Universal. En este evento fue sede del Pabellón Real, lugar donde se recepcionó a los gobernantes y monarcas de todo el mundo, intentando recuperar todo lo posible para resaltar su belleza arquitectónica, ornamental, en sus jardines, huertos… pero estaba el patrimonio perdido.
Hay que esperar hasta 1997 para ver el nuevo rumbo que tomaría el lugar, pasando a ser sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Tras 175 años de historia, La Cartuja sigue más viva que nunca, sin perder de vista su pasado. Se arma de valor para ir renovándose cada día, sin miedo, con ansia de conocer su potencial en forma de diseños innovadores, que hace ver a sus seguidores que pasado y futuro están ligados. De la misma manera, esta colección se pierde en el tiempo para dar forma y color a trajes de flamenca renovados, sin dejar de mirar atrás y ver toda su trayectoria en el tiempo.
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Precioso desfile, me transporta a sueños del pasado.