‘Miradas’ es una colección con aires goyescos ideada bajo los conceptos de equilibrio, contraste e identidad. Así es el lenguaje con el que Rocío y Mila Montero entienden la moda flamenca. Y es que, como ellas dicen, en el prestigioso taller de costura donde crecieron siguen haciendo lo mismo: “algo diferente con los mismos elementos de siempre”. Por ello, cada diseño de esta colección cuenta una historia única, con alma, el resultado de seleccionar con mimo lo mejor de su pasado (pureza de los patrones, cortes, líneas, colores y tejidos de esta firma) para seguir cosiendo el presente sin dejar de ilusionarse con el futuro. Las flamencas de Lina 1960 de este año son “guapas y majas”, como las damas del siglo de la Ilustración. De aquellas auténticas fotografías de moda a color que dejó el maestro Francisco de Goya, Lina 1960 recupera los trajes de corte imperio con talle alto, los elegantes y sensuales encajes de guipur y bordados, las hombreras con flecos, las mangas con volantes y los originales lazos tornasolados en el pelo. ‘Miradas’ es un trabajo artesanal, estudiado hasta el milímetro, una mezcla de colores, tejidos, formas y adornos. Vestidos enterizos y originales conjuntos de faldas y blusas componen esta propuesta con volantes de capa, mangas largas o al codo, escotes altos por delante y generosos y de pico por detrás. Trajes que consiguen el movimiento perfecto gracias a sus inconfundibles enaguas de organdí. En cuanto a texturas, el mikado de seda reversible y de lunares es uno de los tejidos estrellas. También se han utilizado encajes y brocados, viscosa, crepé georgette, organdí y crep satén, además del tradicional popelín y sedas para mantoncillos. Para adornar los vestidos (lisos, de lunares, degradados, estampados de flores y dibujos geométricos) han elegido cuidadosamente encajes y tiras bordadas. Para los colores, recurren al verde agua empolvado con marsala, rosas, grises, rosa cuarzo y marfil. No faltarán los negros y blancos, combinados más con fucsias que con rojos. Sin olvidar, los azulinas y corales.
Los complementos de la colección son obra de Enrique de la Flor, diseñador sevillano que se ha inspirado en las vidrieras de los balcones estilo art decó de Sevilla y en las pinturas de Vasili Kandinski en su periodo en la Bauhaus. Sus diseños parten de una estructura de metal bañada en color oro amarillo con líneas depuradas y mágicos colores que aportan un aire muy innovador y fresco. Especial atención a los lazos de tafetán tornasolados y mantones bordados que se convierten en lienzos de seda llenos de flores y color dibujados artesanalmente. Los zapatos, de tacón alto y fino para estilizar la figura, son diseños de Pilar Burgos.
Todas las fotografías © Rafael Manjavacas
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